viernes, 6 de junio de 2008

UN BLOG MAS, QUE IMPORTA


Con el tono de la canción interpretada por la incomparable Lucha Reyes dándome vueltas en la cabeza, me pregunto si vale la pena crear un blog más de los miles que ya circulan en el ciberespacio sin que lo sienta como un fracaso antes de publicarlo. Se dicen muchas cosas de las personas que crean blogs. Beto Ortiz en su magnífica web http://www.betoortiz.com/, señala en “Lo peor de los blogs” un listado de razones y reacciones que mueven a los blogger, siendo las más rescatables tres de ellas: i) los blogs “hacen que cualquier taradito se alucine periodista”, ii) son el premio consuelo de los columnistas frustrados a los que ningún periódico daría una columna ni por joder; y iii) tratan, casi siempre, sobre qué cositas hizo el blogger hoy, con quién se encontró, qué película vio, qué sabor de helado comió y otras huevadas por el estilo. No le falta razón al buen Beto. Sin embargo, pienso que hay otras razones válidas para animarse a escribir.


Un primer elemento central es la edad de quien escribe. Considero que las personas que tuvimos la suerte de haber vivido nuestra niñez y adolescencia entre los sesentas y setentas, gozamos de un feeling diferente. No tuvimos las carencias tecnológicas de nuestros padres y mucho menos los excesos de información de nuestros hijos, pero no estábamos al margen de lo que pasaba en el país y el mundo. Se leía mucho más por cierto y eso nos hizo una generación diferente. Existía aun, una clase media en la que las diferencias entre unos y otros eran mínimas. Vivimos grandes crisis y carencias pero a la vez la sencillez del único televisor en casa con los 3 canales y su programación familiar, los cines en cada barrio, los pocos lugares a los que siempre nos llevaban nuestros padres a comer chifa, pollo a la brasa o tomar helados, leer chistes hasta el aburrimiento, disfrutar de la libertad del barrio y del parque de por la casa, de ir a comprar sin temor, de una etapa de música inolvidable y hasta de éxitos deportivos que ahora suenan a leyenda. Crecimos y nos hicimos adultos en medio de dictaduras, revoluciones sociales, terrorismo e hiperinflación. Eso nos hizo más fuertes pero a la vez más sensibles.


La experiencia de vida de una persona que apostó por hacer lo que le gusta y lo sigue disfrutando así se haya equivocado más de una vez genera elementos para forjar a un escribidor a ser tomado en cuenta. Aquellos que personalizan y estelarizan su vida tienen poco éxito y corren el riesgo de caer mal a sus lectores. Una vida intensa tiene que ser compartida con inteligencia tratando de ser un espejo en el que otros se puedan ver. En un mundo apresurado como el que vivimos ahora, la gente necesita sentirse oída y requiere expresarse. Los blogs son el refugio de aquellos que quieren compartir algo diferente o profundizar en temas que no son lo suficientemente difundidos en un país de historia indocumentada como el nuestro, pero sobre todo, es el espacio de búsqueda de quienes no se conforman con la noticia y la opinión expresada en medios cada vez menos creíbles. Y por último, y no por ello menos importante, el que se atreve a escribir un blog debe saber escribir. Y si sabe escribir es porque ha leído algo y está capacitado para informar y trasmitir ideas y opiniones.


Atrapado en mis propias palabras, con menos confianza en mi mismo que el entrañable Felipito de Mafalda, me invaden las más grandes dudas si debo crear este blog o no. En todo caso, qué puedo perder. Además, por lo menos, peruano, cuarentón y bienvivido si que soy.

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