domingo, 8 de junio de 2008

MANRIQUE, MAS RICO




Somos una sociedad reincidente por antonomasia. Tropezamos con la misma piedra más de una vez y en circunstancias cruciales. En 1980, las urnas devolvieron a Fernando Belaúnde Terry la presidencia que le fuera arrebatada mediante un golpe militar 12 años atrás. No era el mejor candidato y no fue un buen presidente en su primer gobierno, era más bien la gran posibilidad de Luis Bedoya Reyes, exitoso ex alcalde de Lima, orador de polendas y político de fuste que estuvo marcado de por vida como el abanderado de la derecha. Sin embargo, el pueblo reivindicó a Belaúnde y su segundo gobierno fue el preludio de la gran crisis política y económica que soportó el país y la ventana abierta que permitió el triunfo del APRA en 1985.

Años después, a través de una elección lo más parecida a un aplausómetro, Alberto Fujimori Fujimori es reelecto presidente y 5 años más tarde millones de peruanos le dieron su voto en los amañados comicios del año 2000 en medio del escándalo y la corrupción de su gobierno.

Pero quizás, la más sorprendente reincidencia colectiva de los peruanos haya sido la reelección de Alan García en el año 2006, posibilidad impensada para la gran mayoría de ciudadanos que vivieron en carne propia las devastadoras consecuencias de su pésima gestión presidencial. El temor al triunfo de la opción extremista de Ollanta Humala pintó de “mal menor” a García y le permitió un muy ajustado triunfo.

Hace unos días Carlos Manrique Carreño, el más grande estafador peruano de todos los tiempos, fue capturado por la policía e ingresado al penal Castro Castro acusado de estafar a un grupo de incautos que le confiaron sus fondos con la expectativa de ganar los intereses que la banca no paga. Es decir, la misma fórmula de Clae que dejó en la miseria a más de 200 mil familias.

Lo que resulta increíble de creer es cómo estas personas pueden confiar en un sujeto con los antecedentes de Manrique. Esto nos lleva a pensar que el país está marcado por la fragmentación de su institucionalidad, la que induce a la gente a apostar por la criollada, el camino fácil y la ilegalidad a pesar de conocer sus funestas consecuencias. En el caso de Manrique y sus incautos acreedores, ya no podemos hablar de reincidencia sino de masoquismo y autodestrucción.
Las frías paredes del penal tendrán como inquilino a un viejo conocido. Manrique y sus amañadas prácticas, las financieras y las otras que le sabemos provocarán más de un suspiro. Manrique, qué rico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez mas Manrique engaña a los incautos que pena por ellos.

Felicitaciones por el Blog me gusta la forma en que escribes.