domingo, 29 de junio de 2008

La sopa del Cóndor




Hace unos años atrás, el Doctor Jorge Alva, inacabable traumatólogo de Universitario de Deportes y de la selección de fútbol durante muchas décadas, llenó los titulares del siempre ávido periodismo deportivo, dando a conocer una supuesta pócima mágica creada para contrarrestar los efectos de la altura paceña (3,600 msnm) en la etapa de preparación de un partido de eliminatorias contra nuestro vecino país del altiplano. El resultado del partido fue un aceptable 0-0, pero que tuvo la particularidad de mostrar a un equipo peruano desplegando un derroche físico sin precedentes en tierras bolivianas. Días después, el orgulloso Doctor Alva, confesó el secreto de su éxito contándole al país que sus jugadores habían ingerido “sopa de cóndor”. Lejos de ser, en realidad, un apetecible caldo coronado por una generosa presa de nuestra legendaria ave andina, la sopa de cóndor no era otra cosa que un planificado régimen dietético basado en hidratos de carbono de tal manera que sustituyan la falta de oxígeno con la energía proveniente de los mismos.

Con el paso del tiempo, la sopa de cóndor fue implementada como elemento fundamental de cualquier preparación previa a un compromiso en altura. Lamentablemente, no fueron suficientes las bondades de tal dieta pues los resultados de los equipos peruanos en sus presentaciones en Bogotá, La Paz, Quito y México DC, fueron teñidos con el color de la derrota.

Ha pasado más de una década desde entonces y nuestro seleccionado de fútbol mantiene aun entre sus filas a varios de aquellos jugadores que tuvieron el privilegio de ser los primeros en consumir el denominado consomé de plumífero. Hay también, por cierto, sangre nueva pero que ha sabido mantener en alto las viejas prácticas de sus antecesores, es decir, jugar mal, perder sin decoro limitando con el ridículo y, por supuesto, sin dejar de lado su excesivo protagonismo al momento de ostentar sus lujos (cadenas y aretes de oro, ropa y artículos de marca, autos del año) que les permiten sus suculentos sueldos tanto a nivel local como en el extranjero, pero, sobre todo, exponiendo sus problemas afectivos rodeándose de bailarinas sanguijuelas, organizando bacanales en el mismo hotel en el que se concentran y libando licor hasta el amoratamiento y entumecimiento.

Precisamente, esa última juerga efectuada meses atrás después de un magro empate de locales con un apocado Brasil, célebre y documentada, apañada y consentida, inspiró las secuencias de los más hilarantes gags de los programas cómicos de la radio y televisión peruana durante un buen tiempo y elevó a la estratósfera el rating del programa de entrevistas que sacó el tema a la opinión pública. Quizás, el personaje más notorio del jaleo en el hotel haya sido Andrés “El Cóndor” Mendoza, delantero que juega con cierto éxito en Europa pero que es resistido por la afición peruana debido a su carácter díscolo y a un escandaloso gol que perdió ante Ecuador sólo frente al pórtico desguarnecido en las eliminatorias pasadas. Testimonios de empleados del hotel confirmaron su apetito insaciable con las féminas y las piruetas corporales que expuso en diferentes áreas del centro de alojamiento.

Según nos contaron, el Doctor Alva, anduvo muy triste después del papelón en la altura de Quito, cuando nuestros valerosos seleccionados cayeron estrepitosamente, dos días después de la pantagruelica juerga del hotel, por 5-1 frente a Ecuador. Los jugadores parecían flotar en la cancha, descoordinados y desconcertados, sin respuesta física ni actitud. Los mareó, entre otras cosas, “la sopa del Cóndor”, preparada con otros ingredientes, fragancias y sabores.

El fútbol que nos merecemos


El fútbol peruano se merece a Manuel Burga como presidente. No se le puede pedir más a un país que, en los últimos 25 años, eligió voluntariamente como gobernantes a sujetos como García, Fujimori, Toledo y que estuvo a apunto de optar por Ollanta Humala. Si estos ilustres personajes han definido el destino del país durante 3 décadas, no se entiende el escándalo que suscita la presencia de Burga al frente de la Federación, más aún, cuando su permanencia en el cargo se ha cocinado con los mismos ingredientes criollos utilizados por nuestros políticos. Burga es a Fujimori como Delfino a García, mientras que Juvenal Silva y José Mallqui vienen a ser algo así como los Toledos del fútbol.

Siendo el fútbol el principal producto de consumo popular que no genera bienestar alguno y que no cubre siquiera necesidades de autoestima o satisfacción colectiva, resulta incomprensible la cobertura que le dan los medios de comunicación en general, quienes terminan siendo uno de los pocos beneficiados del comercio y difusión de una actividad plagada de mediocridad e inmoralidad. Sin embargo y a pesar de los resultados paupérrimos que obtenemos desde el año 1985 a la fecha, el fútbol termina siendo el promotor de la efervescencia patriótica de los peruanos, expresada en una mala copia del fervor futbolero argentino y de lecciones históricas y cívicas mal aprendidas y, por supuesto, mal enseñadas.

No podían dejar de sumarse a esta cadena de desaciertos nuestros políticos, desde el presidente García al funcionario Woodman, pasando por congresistas ígnaros e ignotos. A un país que se acostumbró a 12 años de dictadura militar –sin que se procesara a una sola persona -, que convivió con el terrorismo, la hiperinflación, la destrucción de la institucionalidad democrática y soportó gobernantes esquizofrénicos, cleptómanos y beodos que sobrevivieron a la aceptación popular en color rojo fuego, le cuesta tomar acción frente a un tópico tan sensible e importante para el pueblo.

Para el gobierno intervenir el fútbol resulta ser, políticamente, más complejo que decidir poner en orden y restablecer el principio de autoridad en el transporte. No es más que un cálculo político que se debe medir y negociar como tal, no importando tanto el bien común sino la popularidad de la medida. Y claro, Burga y sus secuaces, se escudan en las faldas de esa señora poderosa llamada FIFA, que es la Mamá Grande de la corrupción deportiva mundial y de la que son conspicuos sirvientes y ayayeros y miden fuerzas con un gobierno temeroso a que esta instancia internacional los deje en el ridículo del destierro llamado desafiliación.

Los futbolistas y sus excesos e inmoralidades terminan siendo la parte más blanda y expuesta. La mayoría proviene de la pobreza y el infortunio, del hambre y la falta de afecto; por ello, al ser endiosados y al tener éxito fuera del país, donde por cierto, no pueden comportarse como suelen hacerlo en su terruño, regresan como los hijos pródigos a cobrar las facturas de sus complejos y frustraciones. Ellos son los gladiadores desnutridos que se enfrentan a los leones sudamericanos en una justa a la que solo estamos invitados como cebo. No tienen más culpa que la de no darse cuenta que son el lado visible de una estructura ineficiente y en estado de descomposición.


Ir al mundial es pura utopía y nos seguimos engañando cada cuatro años. Vivimos tiempos en los que se habla de crecimiento económico, de ser más competitivos para acceder a los mercados internacionales, de las grandes reformas del Estado, de la responsabilidad social de las empresas y demás temas que nos hacen pensar en un futuro diferente para el Perú. Sin embargo, el día a día nos ofrece muestras que nos regresan a la realidad de un solo cachetazo: precios que suben constantemente y sueldos congelados; revisiones técnicas vehiculares irracionales, peajes ilegales, contaminación ambiental irresponsable; muertes sin control en las vías urbanas y carreteras; construcciones inseguras; detenciones arbitrarias y discriminatorias; o, un Estado incapaz de reaccionar de cara a un desastre natural como fue el terremoto del sur, cuya población hasta ahora sigue viviendo las secuelas de la ineptitud e indiferencia de las autoridades responsables.

miércoles, 25 de junio de 2008

El cebiche en los tiempos del cólera


Para comer un buen cebiche en la Lima de los setentas había que trasladarse a los puntos estratégicos donde se podía consumir nuestro plato insignia que en esos tiempos no gozaba de la popularidad de estos días. De esa manera los lugares más difundidos eran los kioscos de Chorrillos, sobre todo el muelle de Pescadores cuyo día de esplendor era el primero de enero en el que cientos de resaqueados sobrevivientes de las fiestas de año nuevo imponían aquel rito indiscutible de cortar la tranca con una porción generosa y picante de cebiche acompañada de una cerveza o Inca Kola bien helada. Las familias no acostumbraban a salir a comer platos de pescado o mariscos y las opciones estaban centradas básicamente en el pollo a la brasa y el chifa. Los adultos conocedores del tema, hablaban de restaurantes en La Punta y el Callao, pero esencialmente de la oferta establecida en algunos mercados, como el Central, el de Productores en San Isidro, el de Jesús María y el de Magdalena los mismos que gozaban de buena fama en la materia. Es cierto que en algunos restaurantes de prestigio se preparaban buenos cebiches pero el hecho real es que su consumo no era masivo y la oferta se ceñía a los sitios mencionados.

Mariano Valderrama (Lima, 1944) en su impecable libro “Rutas y sabores del cebiche” recrea la evolución del consumo del cebiche en Lima y alrededores, haciendo un inventario de restaurantes pioneros en la propuesta de la cocina marina. Mariano, sociólogo de profesión y voz autorizada en el país en asuntos de cooperación internacional, es también gastrónomo pero, sobre todo, un gran comensal, por lo que sus palabras tienen años de fundamento y cuchara.

A fines de la década del setenta, aparecen unos cuantos locales que asociaron el cebiche con la música tropical y la salsa siendo el más conocido el Latin Brothers (curiosamente omitido por Mariano en su libro) ubicado en Lince a inmediaciones del Parque de los Bomberos y que, posteriormente, abrió otro local en la calle Cantuarias en Miraflores; en el que se alternaban las fuentes de cebiche con presentaciones de salseros nacionales e internacionales de la talla de Cuco Valoy que dejó inmortalizada su imagen en un mural gigantesco del local de la avenida José Leal.

Salta a la luz el restaurante el Jíbaro en la avenida La Paz en el límite de San Miguel y el Callao y una serie de sucursales y variantes con el nombre de El Jibarito en la misma zona, en las primeras cuadras de Faucett y en las inmediaciones de la avenida Brasil con Javier Prado en Magdalena. Se abren otros locales como El Tiburón y el Rincón del Ronco, convirtiendo la zona en un referente de paso obligado. La novedad de estos lugares es que incorporan el concepto de la venta del cebiche en fuente y a precios bastante cómodos. Asimismo, hace su aparición en el mercado masivo de los consumidores de comida marina como complemento ideal al cebiche, la jalea (fritura arrebosada de pescado, calamar, pulpo y pota acompañada de zarza criolla, yucas fritas, cancha y salsa tártara), desconocida para la mayoría de comensales pero de gran aceptación. Las cartas se diversifican e incorporan arroces, sudados, parihuelas y demás. Sin embargo, prevalece la combinación del cebiche y la jalea (con altas dosis de canchita previa) que venía a ser algo similar a la clásica alternativa del chifa: wantán frito, arroz chaufa y tallarin saltado.

Ya entrados los ochentas, aparecen nuevas opciones más pulidas y suenan fuerte el Sonia y Esperanza en Chorrillos, 2 restaurantes de las mismas quiosqueras del muelle de Pescadores que orientan su oferta culinaria a comensales más exigentes y con mayor poder adquisitivo. En otros barrios se dan a conocer el Mamice, Delfino mar, Piscis, Puerto Pizarro, Francesco, Los Cebiches y el famoso Don Beta en la calle José Gálvez en Miraflores, frente a los helados Alpha. Posteriormente, se crea la cadena de Cebiche del Rey en diferentes distritos pero con una oferta más comercial y de calidad muy inferior a los mencionados.

El concepto de las fuentes de espléndidas y hasta pantagruelicas porciones en algunos casos, atrae la atención de los jóvenes de clase media y media alta hacia los barrios populares y, paralelamente, se consolida el consumo del pescado y los mariscos en la ciudad; siempre asociado a la salsa, la música criolla, el sol, el fulbito sabatino y sobre todo a la cerveza bien helada.

En la década del noventa se arraiga la oferta culinaria de pescados y mariscos en Lima y se perfecciona y estiliza en el último decenio con el boom de la cocina gourmet y las sensacionales fusiones que logran los cheffs de escuela, pero, fundamentalmente, aquellas que provienen de los pioneros que empezaron años atrás a experimentar técnicas y sabores, siendo las de influencia china y nikei las más sorprendentes al exigente paladar de los peruanos de cuchara brava.

Los que tuvimos la suerte de haber vivido de cerca la evolución del cebiche que pasó de ser un plato de pescadores a adornar las mesas de los más exclusivos restaurantes de Lima, podemos vivir para contarla. Ahora que hay mucho de pose en saber de cocina, datear huariques y calificar platos, toma valor aquellas incursiones sabatinas y domingueras en casi todos los locales descritos, hechas con naturalidad y altas dosis de curiosidad, con ganas de aprender a comer cosas diferentes sin miedos ni prejuicios, con audacia capaz de vencer, en su momento, al mismo miedo a la epidemia del cólera.

sábado, 14 de junio de 2008

Raúl Diez Canseco Terry: Un político nefasto



Pedro Salinas (Lima, 1963), escritor y periodista de vasta experiencia y recorrido, tuvo la magnífica idea de publicar un libro de entrevistas a los más representativos líderes de opinión del país al que tituló, con absoluta propiedad e ingenio, “Rajes del oficio”. Tanto éxito tuvo el primer libro que al año siguiente publicó la segunda parte. El formato del libro es simple: una batería de preguntas bien hilvanadas que pasan por la política, el periodismo y la realidad del país que son matizadas con una breve biografía del entrevistado y una parte final, que va acorde con el título, en la que los consultados opinan libremente sobre sus colegas periodistas. Un primer elemento de discusión del libro puede ser si los veinte hombres de prensa elegidos son los más distintivos comunicadores. Me animo a opinar que, en general, están todos los que deben estar y más bien no pasaba nada si se hubiera obviado a más de uno.

Una de las preguntas obligadas que hace Salinas a sus interlocutores es a quién consideran un político nefasto. Las respuestas arrojan resultados bastante interesantes. De los 20 entrevistados en los 2 libros, son 5 los que no mencionan a nadie (Zileri, Bedoya, Salazar, Hildebrandt y Mario Vargas Llosa). De los 15 restantes, 6 señalan a Alberto Fujimori (Vargas, Mariátegui, Rospigliosi, Tafur, Valenzuela y Gorriti), 4 a Ollanta Humala (Mariátegui, Bayly, Ampuero y de Althaus), 2 a Juan Velasco Alvarado (Álvaro Vargas Llosa y Tafur) y 2 a Jorge Mufarech (Palacios y Álvarez Rodrich) En vista que más de uno indicó varios nombres, tuvieron el privilegio de un voto los siguientes personajes: Abimael Guzmán y Javier Diez Canseco (Mariátegui); Rafael Rey (Lauer), Fernando Olivera (Ortiz); Alan García y Fernando Belaúnde (Álvaro Vargas Llosa); Alejandro Toledo (Vivas), Lourdes Flores (Tafur), Carlos Tapia y Eduardo Farah (Lauer); y por supuesto Vladimiro Montesinos (Gorriti).

Las categorías de los políticos nefastos mencionados en los libros de Salinas son: i) ex presidentes: Velasco, Belaúnde, García, Fujimori y Toledo; ii) ex candidatos a la presidencia: Humala, Flores y Olivera; iii) líderes de izquierda: Diez Canseco y Tapia; iv) empresarios: (curiosamente ambos de origen árabe) Farah y Mufarech; v) líder terrorista: Abimael Guzmán y vi) híbrido: no se me ocurre cómo clasificar a Montesinos. Me permito hacer estas precisiones con los datos que arroja el libro por lo que simbolizan para el país tanto los periodistas que opinan como los políticos aludidos. Sospecho que a partir de estos resultados se puede generar una encendida polémica, sobre todo, respecto a los protagonistas que han sido omitidos.

Desde esta humilde tribuna consideramos que hay un personaje de la política nacional que encaja en tres de las categorías mencionadas (ex candidato, empresario e híbrido) y que gracias a su accionar público y privado ha hecho todos los merecimientos del caso para gozar de un espacio privilegiado en el cuadro de los políticos nefastos del Perú. Raúl Diez Canseco Terry (RDC), heredero de dos apellidos que suenan bien social y políticamente, se cuelga de la fama de su tío carnal, el ex presidente Fernando Belaúnde Terry, y se desarrolla políticamente como militante, dirigente, diputado y frustrado candidato a alcalde de Lima y la presidencia de la República por Acción Popular en las que obtuvo votaciones limítrofes con el papelón.

Posteriormente, de cara a las elecciones del 2001, identifica con buen olfato a qué tienda política transfugar y migra con éxito a Perú Posible cuyo candidato, Alejandro Toledo, premia su pobre endose de votos pero suculento aporte económico a la campaña, con la primera Vicepresidencia. Su imagen política hizo un enroque perfecto pasando de la oscuridad y el fracaso al triunfo y el poder. Aun se mantiene intacta en nuestra memoria su particular participación en la campaña de Perú Posible que consistía en hacer las veces de presentador de los mítines en los que anunciaba, a voz en cuello, que Pachacutec (Toledo), iba a realizar la ceremonia de “bendición de la bandera” que no era otra cosa que ese irrisorio acto en que el candidato elevaba y besaba el símbolo patrio en un rito sobreactuado y bastante ridículo por cierto. Durante el gobierno de Toledo es nombrado Ministro de Industria y posteriormente de Comercio Exterior y Turismo. Algunos funcionarios de Palacio de Gobierno de esos tiempos, recuerdan todavía, con estupor, aquel día en que estando en ejercicio de la presidencia en ausencia de Toledo, invitó a la promoción del colegio de su menor hija y les hizo un paseíllo al interior de la casa de gobierno, enfundado con la banda presidencial y posando como un pavo real en las decenas de fotos que se hizo tomar con sus exclusivos invitados.

Sin embargo, sus mayores excesos fueron el impulso y firma, entre gallos y media noche y en ausencia del presidente Toledo, del Acuerdo Multilateral de Cielos Abiertos que beneficiaba abiertamente a las empresas chilenas; y en lo que resultó su waterloo político y moral, la dación del decreto supremo 047-2003-EF, norma hecha a la medida del beneficio del negocio del padre de su novia, 29 años menor que él y a la que había contratado en Prompex (entidad perteneciente a su sector), junto a dos parientes suyos. Todo un escándalo que se agravó cuando salió a la luz de la opinión pública que Luciana de la Fuente, había sido la novia de su propio hijo. Al verse acorralado en semejante sainete, acusó a un diario de iniciar una campaña de “demolición política” en su contra, que pretendía liquidarlo y “asesinarlo moralmente”; y negó con cinismo la relación con Luciana en una entrevista televisiva. A los pocos días, se vio obligado ha renunciar al cargo de Ministro; y, meses después, a la primera vicepresidencia cuando los medios locales publican varias fotografías de la pareja en una playa de Miami en un viaje que había efectuado Diez Canseco para asistir al Foro Empresarial y Cumbre Ministerial del ALCA en esa ciudad. De esa manera, RDC puso fin a una etapa oscura de su carrera política.

Si, digo bien una etapa, porque RDC con ese cinismo y pellejo curtido e impenetrable que se gasta, volvió al país silbando bajito para retomar su carrera política utilizando como medios su actividad empresarial y el soporte académico de la universidad de la que es dueño, las mismas que le permiten publicar libros, crear escuelas de cocina, acceder al mundo social de las empresas y embajadas; ser columnista de la página editorial de El Comercio y aparecer entrevistado en las secciones empresariales y sociales de los más importantes diarios y revistas a las que, al parecer, poco le importan los antecedentes nefastos del personaje y le brindan la tribuna que requiere para lavar su manchada imagen. Por lo pronto ya se luce sin problemas con Luciana. Si les quedan cortos los datos de RDC, visiten su web: http://www.rauldiezcansecoterry.com/ en la que con el lema: “Creo en el Perú”, nos invita a disfrutar su biografía, vida social, empresarial y política, sus condecoraciones, publicaciones, fotos y noticias (esta sección es imperdible). Una más, olvidé mencionar que es Cónsul Honorario de Filipinas en el Perú.

Lo que no comprendemos es como con tamaño prontuario, ninguno de los periodistas entrevistados por Pedro Salinas, le regaló siquiera una mención honrosa en su votación al político más nefasto.

"Extracto de una entrevista de Perú 21 a Carlos Galdós del 6 de mayo del 2007:
P21: A qué político le tienes aprecio y respeto?
CG: A Susana Villarán, por ejemplo. Me parece una mujer consecuente. Diez Canseco también.
P21: A Javier te refieres
CG: Obviamente. Raúl Diez Canseco es una caricatura. Se pasó golpeándose el pecho toda su vida y al final la máscara se cayó. Él dijo que querer o dejar de querer era ahora un pecado.Cierto. El tema no es que quiera o no quiera. Divórciate primero, ¿no? Él tal vez sea el mejor actor peruano de los últimos años. Raúl Diez Canseco es el caradura más grande que ha tenido el Perú porque salir y, con esa cara rota, tener la frialdad de mirar a la cámara, decir 'no' e indignarse todavía, es admirable. Eso ni Ísola".

jueves, 12 de junio de 2008

CINEFILIA CRÓNICA




De un momento a otro la conversación de mis padres incorporó una serie de términos que me eran ajenos y se hicieron extensivos a un personaje que llamaba permanentemente a casa. Hola Corleone, contestaba mi padre al teléfono y quedaba en reunirse más tarde con su misterioso interlocutor. Fueron muchas las noches que mis padres salían sigilosamente previa coordinación con Corleone y regresaban tarde a casa. Algo raro ocurría con ellos. Poco a poco fui atando cabos y descubrí, para mi tranquilidad, que esas salidas nocturnas eran para ir con el tío Luis a ver la recién estrenada película de Francis Ford Coppola basada en la novela de Mario Puzo: El Padrino. Meses después encontré la novela en la cabecera de la cama de mis padres y a mis diez años tuve la suerte de envolverme en la estupenda historia de la familia Corleone.

Debo haber leído el libro unas tres veces antes de visionar la película, once años después, en el cine club del antiguo edificio del Ministerio de Educación en la Av. Abancay, que era la única opción de ver alguna película clásica en tiempos en que no existía el vídeo y mucho menos la televisión por cable. Aun evoco la emoción que sentí al ver el desarrollo de la película y constatar lo cerca que estaban las escenas, paisajes, locaciones y hasta el rostro de los personajes a las imágenes que yo había construido de la lectura de la historia. Ahora, no recuerdo bien la cantidad de veces que habré visto la película o, la trilogía para ser más exactos, pero me animo a afirmar que habrán sido varias decenas. Es inevitable zappear la tv en casa y no engancharse, a la hora que sea y en la parte en que esté, con cualquiera de las tres películas de El Padrino, aunque debo admitir mi predilección por la primera.

La lista de películas que he visto es muy larga, de hecho si mencionara algunas no haré otra cosa que generar discrepancias. Sin embargo, me animo a señalar dos películas que me impactaron a pesar de no haberlas visto más de dos veces y cuya visión recomiendo como imprescindible, fundamentalmente, por lo humano y profundo de sus diálogos. La primera de ellas es Paris Texas del director alemán Wim Wenders, que es una historia basada en la recuperación de la memoria, la búsqueda del pasado y la reconstrucción de tres vidas alejadas por el destino. Es una película con muchos planos de paisajes en el desierto de Arizona y con una banda sonora de blues muy antiguos que estremece. El diálogo de la pareja en la cabina de un burdel a través del teléfono y observándose por una ventana, dura 15 minutos y créanme que es de antología.

Martín Hache, del director argentino Adolfo Aristarain, es una historia que involucra a un director de cine argentino exiliado en España, su actual pareja, un amigo común y Martín, el hijo del director que vive una temporada con ellos en Madrid, echado por su madre de Buenos Aires, al que su padre le llama Hache como diminutivo de hijo. El desarrollo de la película gira en torno al exilio y a la difícil relación entre el padre y el hijo. Los diálogos son extensos, profundos e irónicos con un marcado trasfondo psicológico.


Dante, bisexual y consumidor de drogas, es el equilibrio de las discusiones del cuarteto y apuesta a muerte por Hache ante las críticas de su padre. Precisamente al ser inquirido por Hache sobre si le gustan más los hombres que las mujeres le da esta respuesta inolvidable: “¿En general dices? No. De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno…, no es que no me atraigan, claro que me atraen, ¡me encantan! Pero no me seducen, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes”.


Y, finalmente, cuando Hache le pregunta a su padre si no extraña la Argentina o tiene ganas de volver, Martín le responde: "Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso, es un verso. No se extraña un país; se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudas a diez cuadras. El que se siente patriota, el que piensa que pertenece a un país es un tarado mental, la patria es un invento. ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño?. Son tan ajenos a mi como un catalán o un portugués, una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente, tu país son tus amigos y eso sí se extraña, pero se pasa".

martes, 10 de junio de 2008

QUE 30 AÑOS NO ES NADA (un día de junio de 1978)




Me levanto temprano (6.00 am), prendo la radio para despejar la molicie, pero es una tarea difícil, las ondas de radio Reloj trasmiten la aburrida voz de un locutor autómata que repite circularmente las noticias pero brinda la hora cada minuto con un clock mortecino de fondo. Me aseo y visto el uniforme único color gris rata. Recojo la botella que nuestro buen amigo el lechero deja cada mañana en la puerta de la casa junto con la bolsa de pan y el periódico. Me sirvo un vaso de leche y le aplico un poco de mantequilla al pan tolete y la zurrapa de mermelada que queda en el vaso que pronto utilizaremos en la mesa.


Salgo raudo a tomar el bussing 59B que me lleva al colegio que queda en Monterrico. El viaje de Jesús María al colegio demora una hora por lo que debo subir al que pasa a las 6.35 am y caminar el kilómetro que hay desde el paradero final para llegar antes de las 7.50 am. Por suerte, a esa hora, el bussing es abordado casi en su integridad por escolares, la mayoría de mi colegio, pero también por chicas del San Marcos, alumnos del Santa María y sobre todo, por las estudiantes de la Normal de Mujeres. Espero con ansiedad el paradero del colegio Belén en San Isidro donde sube
ella sube. Se llama Claudia y estudia el primer año de la Normal. Me ubico de tal forma que descubra mi presencia y ocurre la magia de todos los días: élla me sonríe y muestra esos hermosos ojos verdes que me derriten. Nos miramos permanentemente hasta que uno baja la mirada. En eso consiste nuestra relación pero yo la disfruto. Un día de estos me armaré de valor y le hablaré nuevamente.


Hoy es un día diferente y en el colegio no se conversa de otra cosa que del partido que jugará esta tarde Perú con Holanda por el mundial de Argentina 78. El sábado pasado, contra todos los pronósticos, Perú le ganó 3-1 a Escocia, con 2 golazos de Cubillas y un penal atajado por Quiroga y hoy nos toca jugar con la naranja mecánica que, aunque ya no cuenta con Cruyff, sigue practicando ese fútbol total que revolucionó el mundial anterior. El colegio acorde con la fiebre mundialista ha adelantado una hora la salida para que todos podamos ver el partido. Se organizan grupos para caer a la casa de los pocos afortunados que tienen televisor a color. Vamos cinco galifardos a la casa del flaco Angulo en San Antonio y como su madre es un ángel nos recibe con un suculento almuerzo. Era la primera vez que miraba un programa a color y se siente la diferencia. El resultado es un honroso empate sin goles que deja a Perú casi clasificado a la segunda ronda ya que el domingo jugamos con Irán y es impensable perder con los árabes.


La euforia es grande, se escuchan los primeros bocinazos de celebración. Nos trasladamos por la avenida Benavides al parque central de Miraflores que es el epicentro del festejo. Caravanas de cientos de vehículos cargados de familias que con ollas y cucharones en mano, pitos y gritos destemplados vivan por el histórico empate frente a los actuales subcampeones del mundo. Una pareja de hippies aprovecha el colmado escenario y practica el streaking para benepláctito de los adolescentes presentes. Son rápidamente alcanzados por la policía y detenidos. La gente reclama, se oye el clamor popular pidiendo indulgencia y los dos policías ante la presión de una masa mayoritariamente blancona aflojan sin hesitar ante la algarabía de los presentes. Los celebrantes se engorilan y se escuchan los cánticos contra la dictadura militar. “Y va caer, y va caer, la dictadura va a caer” y otros más ad hoc con la efemérides gritan: “Quiroga Presidente, Morales (Bermúdez) su suplente”.


Las luces se encienden y es el aviso de regreso, no sin antes juntar unas monedas para ir a comer una hamburguesa con hartas salsas en La Casita. El gordo Aguayo no se contenta con una y me invita una salchipapa de colección. Se hace tarde, son las 8 de la noche y hay que correr para agarrar la última 59A que nos deja cerca de casa, además a esa hora repiten el partido.

lunes, 9 de junio de 2008

LA INSOPORTABLE NECEDAD DE SER (EL DT DE PERU)



Después de Marcos Calderón Medrano (Lima, 1928), el entrenador nacional más exitoso de la historia del fútbol peruano (10 títulos nacionales, 7 subtítulos, 12 participaciones en Copa Libertadores, campeón de la Copa América 1975 y clasificación al Mundial Argentina 1978), ningún otro coach peruano ha logrado acercarse siquiera a su brillante palmarés.

Si recordamos las clasificaciones a los 3 últimos mundiales a los que asistió el Perú, casi en simultáneo, 2 de ellas (1970 y 1982) fueron bajo la conducción de los brasileros Didí y Tim. Después de ello, vino la sequía que cual plaga interminable castiga el autoestima de los sufridos aficionados. Con Roberto Chale al mando en la eliminatoria de México 1986, el equipo peruano estuvo a 9 minutos de eliminar a la Argentina, paradójicamente, campeón de dicho torneo; y, años más tarde Juan Carlos Oblitas dirigió al elenco nacional que se quedó con las ganas de asistir a Francia 1998, merced a la diferencia de goles con Chile.

Todos los demás entrenadores nacionales que pasaron por la conducción técnica lo hicieron sin pena ni gloria y algunos hasta rayando con el ridículo (Juan José Tan, Miguel Company, Moisés Barack, José Fernández, Percy Rojas, Freddy Ternero, Julio César Uribe -en 2 ocasiones- y Franco Navarro); no sin olvidarnos de los papelones urdidos por los extranjeros José Macia (Pepe), Vladimir Popovich, Francisco Maturana y el innombrable Paulo Autuori.

José Guillermo del Solar Álvarez Calderón (Lima, 1967), Chemo, chico de buena familia e instruido, fue un jugador técnicamente limitado pero con una personalidad y un profesionalismo fuera de lo común para la media del futbolista peruano, que le permitió jugar en la exigente Liga española por espacio de 10 años (Tenerife, Salamanca, Celta y Valencia). Su experiencia como jugador le valió, estudios previos en España, la posibilidad de dirigir profesionalmente al culminar su carrera futbolística. Por esas cosas del destino y de nuestros cuestionados dirigentes, se le encargó el buzo del seleccionado nacional de cara a las eliminatorias al mundial de Sudáfrica 2010.

Los resultados obtenidos por la selección de la mano de Del Solar han sido patéticos y tan lamentables como los de sus predecesores. Las circunstancias que agravan la gestión del Chemo son i) la ausencia absoluta de un esquema de juego en donde reina la anarquía y el caos: no se defiende ni ataca con propiedad; ii) insistir en jugadores que ya acabaron su ciclo (Jayo, Hidalgo, Palacios) o que no califican para la competición internacional (Salas, Hernández, Prado, Cruzado) o lo que es peor aun, convoca a jugadores que no están jugando como titulares en sus clubes (Chávez, Forsyth, Cevasco); iii) no alinear como titulares (en algunos casos, ni convoca) a quienes están atravesando un gran momento futbolístico (Neyra, Lobatón, Rabanal, Fano, Rengifo, Pérez, Araujo); y iv) el pésimo manejo que le dio al tema de la indisciplina de los seleccionados en el Hotel Golf Los Incas, en el que amenazó como institutriz de hospicio inglés y resolvió como celador del INPE. Calló verdades, ocultó información y expuso el relamido argumento de los “códigos del fútbol” (que en el Perú son algo así como un guión de Mario Puzo) para sumirse en esa pose arrogante e ibérica que la gran mayoría del país rechaza.


Después de la goleada con México y el papelón con España, esta fecha doble será la última que sufriremos con el decepcionante Del Solar como técnico y no tengan dudas, sellaremos nuestra cantada eliminación a un mundial al cual no merecemos ir.

domingo, 8 de junio de 2008

MANRIQUE, MAS RICO




Somos una sociedad reincidente por antonomasia. Tropezamos con la misma piedra más de una vez y en circunstancias cruciales. En 1980, las urnas devolvieron a Fernando Belaúnde Terry la presidencia que le fuera arrebatada mediante un golpe militar 12 años atrás. No era el mejor candidato y no fue un buen presidente en su primer gobierno, era más bien la gran posibilidad de Luis Bedoya Reyes, exitoso ex alcalde de Lima, orador de polendas y político de fuste que estuvo marcado de por vida como el abanderado de la derecha. Sin embargo, el pueblo reivindicó a Belaúnde y su segundo gobierno fue el preludio de la gran crisis política y económica que soportó el país y la ventana abierta que permitió el triunfo del APRA en 1985.

Años después, a través de una elección lo más parecida a un aplausómetro, Alberto Fujimori Fujimori es reelecto presidente y 5 años más tarde millones de peruanos le dieron su voto en los amañados comicios del año 2000 en medio del escándalo y la corrupción de su gobierno.

Pero quizás, la más sorprendente reincidencia colectiva de los peruanos haya sido la reelección de Alan García en el año 2006, posibilidad impensada para la gran mayoría de ciudadanos que vivieron en carne propia las devastadoras consecuencias de su pésima gestión presidencial. El temor al triunfo de la opción extremista de Ollanta Humala pintó de “mal menor” a García y le permitió un muy ajustado triunfo.

Hace unos días Carlos Manrique Carreño, el más grande estafador peruano de todos los tiempos, fue capturado por la policía e ingresado al penal Castro Castro acusado de estafar a un grupo de incautos que le confiaron sus fondos con la expectativa de ganar los intereses que la banca no paga. Es decir, la misma fórmula de Clae que dejó en la miseria a más de 200 mil familias.

Lo que resulta increíble de creer es cómo estas personas pueden confiar en un sujeto con los antecedentes de Manrique. Esto nos lleva a pensar que el país está marcado por la fragmentación de su institucionalidad, la que induce a la gente a apostar por la criollada, el camino fácil y la ilegalidad a pesar de conocer sus funestas consecuencias. En el caso de Manrique y sus incautos acreedores, ya no podemos hablar de reincidencia sino de masoquismo y autodestrucción.
Las frías paredes del penal tendrán como inquilino a un viejo conocido. Manrique y sus amañadas prácticas, las financieras y las otras que le sabemos provocarán más de un suspiro. Manrique, qué rico.

viernes, 6 de junio de 2008

UN BLOG MAS, QUE IMPORTA


Con el tono de la canción interpretada por la incomparable Lucha Reyes dándome vueltas en la cabeza, me pregunto si vale la pena crear un blog más de los miles que ya circulan en el ciberespacio sin que lo sienta como un fracaso antes de publicarlo. Se dicen muchas cosas de las personas que crean blogs. Beto Ortiz en su magnífica web http://www.betoortiz.com/, señala en “Lo peor de los blogs” un listado de razones y reacciones que mueven a los blogger, siendo las más rescatables tres de ellas: i) los blogs “hacen que cualquier taradito se alucine periodista”, ii) son el premio consuelo de los columnistas frustrados a los que ningún periódico daría una columna ni por joder; y iii) tratan, casi siempre, sobre qué cositas hizo el blogger hoy, con quién se encontró, qué película vio, qué sabor de helado comió y otras huevadas por el estilo. No le falta razón al buen Beto. Sin embargo, pienso que hay otras razones válidas para animarse a escribir.


Un primer elemento central es la edad de quien escribe. Considero que las personas que tuvimos la suerte de haber vivido nuestra niñez y adolescencia entre los sesentas y setentas, gozamos de un feeling diferente. No tuvimos las carencias tecnológicas de nuestros padres y mucho menos los excesos de información de nuestros hijos, pero no estábamos al margen de lo que pasaba en el país y el mundo. Se leía mucho más por cierto y eso nos hizo una generación diferente. Existía aun, una clase media en la que las diferencias entre unos y otros eran mínimas. Vivimos grandes crisis y carencias pero a la vez la sencillez del único televisor en casa con los 3 canales y su programación familiar, los cines en cada barrio, los pocos lugares a los que siempre nos llevaban nuestros padres a comer chifa, pollo a la brasa o tomar helados, leer chistes hasta el aburrimiento, disfrutar de la libertad del barrio y del parque de por la casa, de ir a comprar sin temor, de una etapa de música inolvidable y hasta de éxitos deportivos que ahora suenan a leyenda. Crecimos y nos hicimos adultos en medio de dictaduras, revoluciones sociales, terrorismo e hiperinflación. Eso nos hizo más fuertes pero a la vez más sensibles.


La experiencia de vida de una persona que apostó por hacer lo que le gusta y lo sigue disfrutando así se haya equivocado más de una vez genera elementos para forjar a un escribidor a ser tomado en cuenta. Aquellos que personalizan y estelarizan su vida tienen poco éxito y corren el riesgo de caer mal a sus lectores. Una vida intensa tiene que ser compartida con inteligencia tratando de ser un espejo en el que otros se puedan ver. En un mundo apresurado como el que vivimos ahora, la gente necesita sentirse oída y requiere expresarse. Los blogs son el refugio de aquellos que quieren compartir algo diferente o profundizar en temas que no son lo suficientemente difundidos en un país de historia indocumentada como el nuestro, pero sobre todo, es el espacio de búsqueda de quienes no se conforman con la noticia y la opinión expresada en medios cada vez menos creíbles. Y por último, y no por ello menos importante, el que se atreve a escribir un blog debe saber escribir. Y si sabe escribir es porque ha leído algo y está capacitado para informar y trasmitir ideas y opiniones.


Atrapado en mis propias palabras, con menos confianza en mi mismo que el entrañable Felipito de Mafalda, me invaden las más grandes dudas si debo crear este blog o no. En todo caso, qué puedo perder. Además, por lo menos, peruano, cuarentón y bienvivido si que soy.